Un respiro, mar encandilado. Suspiros incontrolables dentro de un corazón latente. El corazón representa la porción despreciada de la humanidad, arrojada como si careciera de valor, sin significado para una mente tan simple, con pensamientos tan radicalmente escasos en mentes tan vacías. Personas con ideas carentes de sustancia, como aquellos que no aprecian el arte o el amor sin propósito. Carece de conversaciones que generen chispas, con una reciprocidad sin dudas. Una conversación tan profunda que el mar siente celos de una mente tan embravecida y salvaje, que no se rige por sistemas ni mundos paralelos.
Existe un corazón, a veces contaminado por las sucias pestilencias de bocas que no supieron reconocer la fuente de sus propios problemas. No hay mundo que la contemple, no hay existencias que la contengan. Es tan salvaje que, por su color, podemos observar el asesinato de una criminal en serie con ideas tan decididas. Nadie podría hacerla cambiar, a menos que alguien toque su capa y la haga sonreír.
Todos tenemos un sol, un ecosistema completo ante un universo pequeño que sigue reduciéndose a medida que avanzan las manecillas del reloj. Un reloj que la odia pero que pronto se enamorará de ella. Porque solo ella sabe cómo avanzar, y el tiempo la teme. Quien sigue caminando, teme su velocidad, así como sus latidos aumentan con cada soplo del viento.
Es una estrella decidida a cambiarlo todo.
(Sandra Carmona Romero)